Formando la pregunta del millón con respecto a que
determina la longevidad, y que podemos hacer para alcanzar una larga expectativa
de vida, numerosos estudios han demostrado que esto no se puede responder con
una respuesta absoluta; o con la mágica fuente de la juventud.
Incluso existen
numerosos estudios, y cada uno de estos da mayor o menor importancia a
diferentes factores que se han relacionado con la longevidad. Debido a que
ninguno ha demostrado, de manera tajante, ser la razón definitiva; numerosos
expertos han concordado en que la respuesta absoluta, es una mezcla de todas
las respuestas.
Tanto, entre
los principales factores que se han encontrado podemos mencionar los
siguientes: la felicidad, el intelecto, la alimentación, el estar en forma, el
mantenerse ejercitado, los niveles de estrés, y así la lista sigue y sigue.
En
este escrito en particular, vamos a centrarnos en los factores referentes a estar en forma.
Estar
en forma muchas veces se relaciona únicamente con el acto de hacer ejercicio.
También conocido como fitness, el cual es un término del
idioma inglés que comienza a cobrar reconocimiento en nuestra lengua
refiriéndose también erróneamente al ejercicio.
En realidad, estar en forma se refiere a algo más que el simple
ejercicio. Pues el término incluye muchos aspectos tales como la alimentación,
el estilo de vida, el ejercicio, el peso e IMC (Índice de masa corporal),
incluso la estabilidad mental y emocional.
Siendo
cada uno de los anteriores, un tema largo a desglosar en sí mismo, nos
enfocaremos precisamente a la parte del ejercicio, el cual se ha encontrado que
se le relaciona fuertemente con la longevidad.
Pero
antes debemos hacer una clara distinción entre lo que es una actividad física y
el ejercicio pues muchas veces se tiende a confundir.
Publicaciones
de la Escuela de Medicina de Harvard, mencionan la diferencia entre actividad
física y ejercicio como sigue:
Intellihealth (2006)La relación entre actividad física y Ejercicio.
Los términos de actividad física y ejercicio
pueden parecer sinónimos; pero hay críticas diferencias entre estos dos:
- Actividad física se refiere cualquier
movimiento del cuerpo en el que los músculos se contraigan y el metabolismo se
incremente. Cualquier actividad desde lavar los platos hasta jugar Hockey sobre
hielo cae bajo esta definición.
- Ejercicio es una sub categoría de la
actividad física. Se refiere específicamente a un programa estructurado de
actividades diseñadas con el objetivo de generar o alcanzar estar en forma.
Posteriormente
mencionan un listado de los beneficios de hacer ejercicio, o seguir un programa
para estar en forma:
- Menor riesgo de muerte prematura
- Menor riesgo de enfermedades cardiacas
- Menor riesgo de presión alta. (Si ya uno
tiene alta presión, se ha demostrado que mediante ejercicio ésta bajará)
- Mejor control de peso
- Menor riesgo de diabetes
- Menor riesgo de cáncer de colon
- Considerable incremento de la resistencia
de los huesos.
- Mejora del balance y el equilibrio
- Disminución del riesgo de depresión y
ansiedad
- Incremento de niveles de energía y en
general una sensación de bienestar.
Todo esto, por mencionar algunos de los beneficios encontrados, al
seguir regularmente un régimen de ejercicios.
Ahora,
es bien sabido que los dos elementos más importantes para estar en forma, se
encuentran entre una alimentación sana y la actividad física; pero cuál de
estos dos es el que más peso tiene en nuestra salud y el estar en forma, es una
cuestión difícil de discernir.
En
este tema encontramos acalorados debates sobre cual es más determinante. Se ha
encontrado que la balanza tiende a inclinarse a un buen ejercicio, en la
cuestión de estar en forma; es decir,
beneficia más a una persona, aun con una alimentación pobre, pero que incurre
regularmente en ejercicio; contra una persona de alimentación saludable y
balanceada, pero que no recurre a ejercicio alguno. Y por supuesto se encuentra
un beneficio aun mayor, para quien cuida ambos aspectos.
Más
claramente, el ejercicio regular tiene un poco mas de buena influencia en la buena
salud que la buena alimentación.
Como ejemplo a esta diferencia, podría mencionarse que mediante el
ejercicio se estimula al organismo a renovar, construir, crecer y mantener los
sistemas musculares, óseos, de detoxificación, limpieza y flujo, entre otros.Pero
que todo lo anterior no se fomenta del mismo modo simplemente con una sana
alimentación.
Podríamos
tomar como ejemplo un auto con aceite de primera calidad, que al no ser usado
después de unos meses habría piezas que se pegan. Al contrario de un auto de
uso frecuente con aceite de baja calidad.
Entre
otros beneficios que encontramos en el ejercicio, se encuentra el control de
peso. El cual es un efecto secundario debido a la cualidad que tiene el
ejercicio, de acelerar el metabolismo, independientemente de lo que se ingiera.
Este
es un factor que podemos apuntar como crítico, si nos basamos en las estadísticas
que nos señalan que en el mundo, más gente muere por obesidad y enfermedades
propiciadas por esta misma, que a causa del SIDA.
Como
se mencionó antes, en sí mismo, el ejercicio no es una cura contra la obesidad,
pero, genera diversos beneficios que, en última instancia, ayudan a
controlarla.
Ahora, analizando un poco más, otro aspecto en el que está involucrada
tanto la obesidad, el ejercicio y la longevidad, se encuentra otro factor que
tiene que ver con la cantidad de años vividos. Conforme la edad avanza, se
comienza a perder movilidad e independencia por diversos factores entre los que
la obesidad comienza a ser uno de peso (literal y figuradamente), incluso a muy
temprana edad, donde la obesidad limita a personas de pequeña, mediana y no se
diga a los de edad avanzada, incluso al grado de requerir un pequeño vehículo a
motor para poder desplazarse, por ejemplo, al hacer las compras en el
supermercado.
Tenemos
también, que conforme vamos envejeciendo el cuerpo comienza a perder tanto masa
muscular, flexibilidad, reflejos, lubricación en las articulaciones y densidad
en los huesos, entre otras facultades.
Todo
esto, en muchas ocasiones contribuye a eventos indirectos que tienden a
terminar con la vida del individuo disminuyendo su longevidad. Por ejemplo, una
caída, en ocasiones puede llegar a ser mortal en una persona de la tercera
edad.
La
masa muscular, que tal vez hubiese podido sostener mejor a la persona evitando
la caída o protegiendo sistemas vitales o huesos durante el impacto; la
flexibilidad o agilidad que pudiere haber permitido una posición más segura
para evitar la caída; los reflejos para poder reaccionar mejor frente al evento
de estar cayendo; la lubricación permitiría un movimiento más rápido al
reaccionar o incluso dar facilidad de movimiento interno durante el impacto; y
ni mencionar que huesos mas fuertes soportarían estos impactos sin romperse tan
fácilmente. Todos estos son sistemas del cuerpo que se ven beneficiados al
practicar algún ejercicio, independientemente de la edad en la que se comienza
a practicar.
La
masa muscular, aunque estadísticamente comienza a perderse más aceleradamente a
partir de los 50 –Smoots, MD(2006). Se
puede reducir la tasa de perdida considerablemente mediante el ejercicio. Ya
sea desde temprana edad donde la perdida muscular es nula y se comienza a
estimular el sistema de construcción de músculos; tanto como a edades avanzadas
donde el ejercicio comienza a crear masa muscular, a pesar de haber comenzado
la etapa de perdida.
La flexibilidad es otro factor, que mediante ciertos tipos de
ejercicio, se estimula la capacidad de estiramiento de diversos músculos,
ligamentos, tendones y comisuras. Esto, mediante tipos de ejercicio como son el
Yoga y estiramientos, que constantemente imponen estrés en las partes del
cuerpo que se atrofian incluso a temprana edad dificultando en ocasiones hasta
los movimientos más comunes. Mediante este estiramiento, se fomenta la
elasticidad de los mismos músculos impidiendo la pérdida de capacidad, alcance
y estiramiento.
De
la misma manera, los reflejos y la coordinación motriz se fomentan con prácticamente
todo tipo de ejercicio, pues exige constante entrenamiento de los mismos.
Incluso esto ayuda a mantener una mayor lucidez mental, pues durante el
ejercicio se tiene que estar alerta, contando repeticiones, controlando
posiciones en el cuerpo, entre otras; lo cual incluso fomenta la actividad
mental que a avanzadas edades comienza a perderse incluso la capacidad de
llevar la cuenta de los medicamentos tomados al día; y no se diga llevar cuenta
de las repeticiones en una rutina.
También
mediante ejercicios de tipo aeróbico, los cuales inducen movimiento constante,
incluso a altas velocidades, en algunos casos, pudieran llegar a causar desgaste
del cartílago, además de escasear el lubricantes en las articulaciones. Lo cual,
en magnitudes razonables, resulta saludable a largo plazo, pues se estimula al
cuerpo a la constante producción y renovación de dichas partes y lubricantes,
los cuales, en un estilo de vida totalmente sedentario, se renuevan poco y
atrofian rápidamente incluso en edades tempranas.
Lo mismo pasa con la densidad ósea, practicando ejercicios
anaeróbicos o con pesas, pues estos constantemente generan estrés en los
huesos, disparando en el cuerpo mecanismos que indican que el cuerpo requiere más
fortaleza en el hueso y que los sistemas de calcificación entre otros,
comiencen a trabajar a ritmos más adecuados, óptimos para la regeneración.
Logrando así una estructura ósea mas resistente durante edad avanzada, al
practicarse este tipo de ejercicios. Reiterando, incluso si se comienza a una edad
avanzada.
Estos
no son los únicos sistemas que se ven beneficiados de tener una actividad de
ejercicio.
Múltiples
sistemas se ven estimulados con el ejercicio, como es el sistema circulatorio sanguíneo,
el cual debido a la aceleración del ritmo cardiaco se induce un mayor flujo y
por ende la limpieza natural de la sangre, una disminución de colesterol en las
paredes de las venas y arterias; una estabilización de la presión sanguínea a la
par con el fomento del flujo de sangre.
De la misma manera, el sistema nervioso recibe un estímulo con todo
esto, se incrementa el número de conexiones nerviosas para generar los
movimientos necesarios en el ejercicio, y en muchas ocasiones incluso haciendo movimientos
a los que el cuerpo no está acostumbrado, estimulando así conexiones nerviosas
poco comunes. Todo esto se ha demostrado, mantiene al sistema nervioso más
activo reduciendo significativamente el riesgo de enfermedades relacionadas,
como son la fibromialgia, Parkinson y Alzheimer.
Para
estos últimos padecimientos, incluso se ha descubierto que ciertos tipos de
rutinas de ejercicio que requieren una mayor concentración mental y de
posicionamiento del cuerpo, tal como es el Chi Kung, Tai Chi y Yoga entre otros,
han ayudado a revertir los síntomas de estas enfermedades modernas.
De nuevo, se enfatiza que no
hay edad adecuada para comenzar a ejercitarse. Se encuentran numerosos ejemplos
de personas que ya, a edades avanzadas, aquellas que se les denomina de la
tercera edad logran asombrosas transformaciones. Estas personas incluso dan cuenta
de la desaparición de múltiples padecimientos relacionados con la edad, como es
dejar de usar bastón, hasta poder ir al sanitario sin ayuda. Con esto se
considera que estos individuos incrementaron sustancialmente su expectativa y
calidad de vida. La respuesta del cuerpo al ejercicio puede ser disparada a
cualquier edad sin importar la condición que presente el cuerpo.
Es
importante que la persona observe y tenga conciencia del potencial y el beneficio
de esto. Que sea consciente de ello, y hasta lo añore; debido a que se ha
encontrado que el ejercicio impuesto o hecho con desagrado y desgano, el
ejercicio que se rechaza no es tan efectivo como cuando se hace con amor,
cuando el individuo tiene un real compromiso y/o ilusión en ello.
Como
segunda recomendación, hay que evitar la emoción del novato de primer día, la
cual es común en la persona que va por primera vez al gimnasio o regresa
después de un periodo prolongado de no asistir; y ese primer día, trata de
ejercitar lo que no ha hecho en mucho tiempo, EN UN SOLO DIA. Lo cual le produce
un dolor considerable al día siguiente, desalentando por completo al aspirante
a estar en forma.
Para poder integrar mas efectivamente el ejercicio a la mentalidad
del individuo, es recomendable comenzar con “pasos de bebe”. De ser posible
incluso una simulación de ejercicio para comenzar a crear la mentalidad hacia
este del bienestar, y así alejar el enorme dolor físico del día siguiente.
Repitiendo esto durante 21 días, se tendrá la base para la creación del hábito.
Múltiples
estudios demuestran que quien hace ejercicio como un hábito, más que como un
objetivo (verse bien para la playa en el verano) viven más, pues mantienen
integrado en su día a día el dedicar al menos un pequeño porcentaje de su día,
a alguna rutina de ejercicio. Esto viéndolo como algo fundamental, tal como lo
es bañarse, peinarse, lavarse los dientes o salir con la camisa planchada. En
lugar de construir un factor de estrés y preocupación, como lo es el estar
presentable para el traje de baño en el verano.
Una
vez creado el habito, la persona suele tener la percepción de que no hacer
algún ejercicio durante el día es tan básico e incuestionable como salir en la
mañana sin peinarse o maquillarse.
Volviendo
al punto del comenzar despacio, del inicio gradual, también es importante
mencionar que no todo tipo de ejercicio es recomendable, cuando se busca
fomentar el bien estar y la longevidad. Puesto que existen ciertas disciplinas
que representan un impacto para el cuerpo, mucho mayor de lo que está diseñado
a soportar o regenerar.
Entre estos se encuentra el correr. Puesto que es una actividad de
alto impacto, y que estudios apuntan a que una actividad física repetida por más
de 10 o 20 minutos deja de ser benéfico para el sistema y comienza a degradar o
simplemente lesionar el cuerpo. Incluido que al presentarse cansancio, comenzamos
a descuidar nuestra postura incrementando dicho impacto o el riesgo de alguna
lesión. Pero todavía más importante es el hecho de generar rechazo hacia el
ejercicio, lo cual a la larga resulta muy perjudicial.
En
esta línea, se recomienda siempre estar consciente de los limites de uno y,
aunque el ejercicio se recomienda que se haga llevando al cuerpo hasta su límite,
e incluso un poco más allá (¡muy poco!), para fomentar un crecimiento; este
excedente del límite debe ser lo más pequeño posible para evitar como antes se
mencionó, problemas de postura, lesiones y rechazo con el sobre entrenamiento.
El
rebasar ampliamente el límite, obviamente tendrá repercusiones adversas en
nuestro tema de la longevidad, pues una actividad exagerada lastimará al cuerpo,
con el riesgo de que, en ocasiones dichas lesiones sean permanentes. Por lo
cual, es altamente recomendable buscar un tipo de ejercicio acorde a nuestro
fin (mantenerse en forma, ganar flexibilidad, mejorar la circulación, etc.),
nuestra complexión, capacidades y un profesional calificado que nos instruya.
Como
cierre, diversos estudios concluyen la directa relación entre la longevidad y
el ser “feliz”. Lo cual implica definir lo que es ser feliz.
Moviéndonos hacia un enfoque celular y químico, la alegría y
felicidad se puede explicar a nivel de neurotransmisores, como la serotonina y
dopamina. Estos son muy importantes pues se les considera, en gran parte, responsables
de la sensación que percibimos como felicidad.
Una abundancia de los mismos se ha demostrado evitan trastornos como
depresión y ansiedad.
Y el
ejercicio, en si, además de fomentar la generación de otros múltiples
compuestos benéficos, está demostrado que produce cantidades considerables de
estos neurotransmisores, lo que explica el por qué muchas personas que
practican ejercicio reportan sentirse mejor, más plenos, o más felices. Además
de reportar una considerablemente menor incidencia en trastornos psicológicos
como es la depresión.
Si
continuamos en la línea de definir la felicidad y el bien estar, el significado
apunta hacia la ausencia de estrés o tristeza y desánimo. Los beneficios antes
descritos, desembocan en una vida más plena, debido a que los individuos que se
ejercitan tienden a tener una mayor facilidad para desarrollar las actividades
cotidianas y simples, que cuando no se pueden desarrollar, merman la
integridad, dignidad y energía de las personas, generando estrés, angustia y en
muchos casos hasta depresión con desenlace mortal.
Existe
una infinidad de razones más, demostradas, estudiadas y en el argot común por
las que nadie pone en tela de juicio el beneficio para la salud que genera el
ejercicio. Y que a la larga, la longevidad va de la mano con mantener dicha buena
salud.
Así que, comencemos a integrar, a pasos de bebe, este habito,
dedicándole un pequeño porcentaje de tiempo en nuestro día, haciéndole espacio
en nuestra agenda, como lo hacemos con cualquier otra de nuestras actividades
cotidianas. No necesitamos más de unos 20 o 30 minutos al día y ejercicios
variados. Que si lo pensamos, resulta ser muy poco tiempo que le dedicamos, para
así lograr llegar a, como decía el gran Pedro Infante.
“Y
si vivo cien años, cien años pienso en ti”
¡Vivamos
en forma más de cien años!
WAZAAAAAA!!!!